Oh Padre! Todo Glorioso!
Sobre Ti ruego y no otro.
Porque en Ti solo he confiado; porque tú eres mi Dios y mi refugio.
De tu Espíritu mi espíritu nació y me he convertido en su hijo y usted mi Padre Eterno.
Respiró en mí el aliento de vida, y mi espíritu se convirtió en vivo.
Su Espíritu hace dar testimonio con mi espíritu que yo soy uno de tus hijos y tú mi Padre.
Porque Eva nació de la propia sustancia de Adán fue capaz de quitarle la
soledad de Adán y ella se convirtió en su compañera de toda la vida.
De la misma manera, todos los que nacen de El Padre somos capaces de
tomar apartar su soledad y se han convertido en Sus compañeros eternos y
novia.
Ellos habitarán para siempre en la casa del Señor.
Amén! ¡Aleluya! ¡Amén!